viernes, mayo 2



Nací un día lluvioso de Junio, y desde entonces he mantenido una relación peculiar con la lluvia, en todos mis cumpleaños so far ha habido lluvia, unos mucha, otros poca, pero siempre aparece el 30 de junio de cada año, para recordarme que me hago vieja y (esperemos) poquito más sabia

Hace un par de años también empece a ubicar, que con posibilidad de que sea mera exageración mía, cada que pasa algo relevante en mi vida, hay lluvia de compañía, el día de mi primer beso a lo lejos se escuchaba llover, el día que me case... hubo chubasco, el día que deje México para empezar una vida en Europa, el día que se decidió mi divorcio, el día que me rompieron por primera vez el corazón, y claro, cada que me muevo de casa.

Sea de paso decir que no soy muy nómada que digamos, todo eso de la mudanza me estresa horrible y prefiero evitarlo a toda costa, pero los cambios también son necesarios y de vez en cuando no es mala idea mudar el nido.

Ayer a la mitad de una lluvia torrencial, cargamos el carro con mis cositas y me vine a hacer nido a otro lado... Mudarme no solo me representa un nuevo lugar, conforme pasa el tiempo lo he tomado como pretexto a cerrar ciclos, dejar camas en las que alguna vez compartiste placer, sonrisas, promesas, dejar de ver el camino que asociabas con alguna anécdota compartida, hacer rutas nuevas...

Anoche dormí por primera vez en una cama en la que nunca estuvo aquel que me rompió el corazón, y aunque sentí un nudo en la garganta y un pequeño sabotaje de no querer dejar... Pues tuve que brincar...

Poco a poco todo ese dolor se queda atrás. Poco a poco.

1 comentario:

Gerson Obrajero dijo...

Yo recuerdo muchos días contigo, con la lluvia de fondo. Así que doy fe de tu relación especial con la lluvia.

Ojalá que este cambio,como los que siguen, sean para bien.

Te quiero y te extraño.