B3quito me compartio el otro día un texto de Denise dresser, y le doy vueltas y vueltas en mi cabeza, y lo modifico. Hoy en la mañana por ejemplo le planteaba a alejandro que hariamos los mexicanos si un día se despiertan con la noticia de que Bellas Artes termino por sumirse y lo unico que se mira ahi es un hoyote, o que algun día un mounstro al mas puro estilo godzilla caminara por eje central comiendose ambulantes, haciendo esa ciudad un poco mas surrealista...
Quien sabe...
El país de uno
Por Denise Dresser
Alguna vez, el periodista Julio Scherer García le pidió a Ernesto Zedillo que le hablara de su amor por México. Le sugirió que hablara del arte, de la geografía, de la historia del país. De sus montañas y sus valles y sus volcanes y sus héroes y sus tardes soleadas. El ex Presidente no supo qué contestar. Hoy es probable que muchos mexicanos tampoco sepan cómo hacerlo. Hoy el pesimismo recorre al país e infecta a quienes entran en contacto con él. México vive obsesionado con el fracaso. Con la victimización. Con todo lo que pudo ser pero no fue. Con lo perdido, lo olvidado, lo maltratado.
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Frente a todos los motivos para cerrar los ojos están todos los motivos para abrirlos. Frente a las razones para perder la fe están todas las razones para recuperarla. Los murales de Diego Rivera. Las enchiladas suizas de Sanborn’s. Las mariposas en Michoacán. El cine de Alfonso Cuarón. El valor de Sergio Aguayo. Los huevos rancheros y los chilaquiles con pollo. La sonrisa de Carmen Aristegui. La medalla de Ana Gabriela Guevara. El mole negro de Oaxaca. Los libros de Elena Poniatowska. La inteligencia de Lorenzo Meyer. Los tacos al pastor con salsa y cilantro. El humor de Carlos Monsiváis. El mar en Punta Mita. Las canciones de Julieta Venegas. La poesía de Efraín Huerta. El Espacio Escultórico al amanecer. Cualquier Zócalo cualquier domingo.
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Y durante demasiado tiempo, México ha sido un país rentado para sus habitantes. Ha pertenecido a sus líderes religiosos y a sus tlatoanis tribales y a sus colonizadores y a sus liberales y a sus conservadores y a sus dictadores y a sus priistas y a sus presidentes imperiales y a su intelligentsia y a sus partidos y a sus élites. No ha pertenecido a sus ciudadanos. Por eso pocos lo cuidan. Pocos lo sacuden. Pocos lo aspiran. Pocos lo lavan. Pocos lo enceran. Pocos piensan que es suyo. Pocos lo tratan como si lo fuera.
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Pero quienes saben que el país es suyo no viven con el lujo del descuido. Quienes han vivido años fuera de México saben lo que es andar con el corazón apretado. Lo que es caminar a pasos de pequeñas nostalgias y grandes recuerdos. Lo que es extrañar el olor y el sabor y la bulla y la luz. Lo que es querer tanto a un país que uno siente la imperiosa necesidad de regresar y salvarlo de sí mismo.
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2 comentarios:
acertiva invitación a la reflexión, ojalá y pudiese prpagarse como el mismo dengue en México...me rei de mi boba comparación...pero vivimos tan ajenos de lo que nos esta pasando k si me enrrabiezco...si a veces caemos en la cordura en segundos nos lleva entre las patas la irrealidad y nos volvemos a acomodar en el conformismo...y tenemos tanto pero tanto k hacer...y tan pocas manos...
Ahora viene la venta del petroleo a compañias extranjeras, aunque realmente el petróleo hace mucho que no es de todos los mexicanos.
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