Amanecí de muy buen humor, con felicitaciones que no esperaba, y un día maravilloso por delante, me di el tiempo de escoger los lentes de sol que usaría para cruzar mi puente con toda la calma del mundo, disfrutando del solecito en la piel.

Después hubo algo así como un lapsus en que el día y mi interior se nublaron, afortunadamente identifique el motivo y decidí dejar de lado toda esa energía negativa, no necesito más, apenas aprendo a manejar la mía, con toda la pena del mundo... esquive.

Entonces, mientras contemplaba gente corriendo en el parque... pensé en esa necesidad que tenemos algunos seres humanos de estrellarnos, de explotar, de llevar todo a los limites, de esa prisa por vivir(nos), sentir(nos) y comer(nos).

Yo soy una de esas personas, la cosa es que después de la explosión, poco o mejor dicho, insuficiente sobrevive para la implosión...

La ultima que tuve apenas esta aclarándose, haciendo visibles todos esos caminos que se abrieron, todas esas cosas bien cimentadas que a pesar de lo fuertes que puedan o no ser las explosiones ahí están.

Y es que por mucho que pueda o no ser correcto vivir de esa manera, se requiere muchisímo valor para hacerlo, no cualquiera se avienta a la cataratas sin la certeza de que el fondo es suficiente para no estrellarse y salir a flote...

Lo de menos es salir a flote, lo importante, lo realmente importante es que una vez que se sale, se tenga la serenidad, la paciencia y sobre todo la voluntad de nadar hasta la orilla sin tener que subirse a ninguna "lancha de salvación".

Mucho o poco a mi me sabe maravillosamente que en esta nadada he empezado a ver la orilla :-)

Los quiero chicuelos.

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